martes, 26 de noviembre de 2013

El desafío de los treinta días a mi manera (16)

Tocaba "mi mayor crítico en una partida de rol".

Vale, toca batallita. El post anterior me ha dejado tocado, a ver si me relajo.

Hay un par de momentazos. Uno, el de la oportunidad. Jugábamos a Street Fighter (no me miréis así: mola) y la misión iba de infiltrarnos en una base secreta nuclear en medio del Amazonas (STREET Fighter ¿verdad?). Pues yo tenía a Jerónimo, Legionario Paraca Español, y saltamos del avión en medio de la jungla (al estilo Street Fighter: tirando acrobacias o algo así, sin paracaídas). Pues nada, infiltrándonos estábamos cuando todo esto pasó en cosa de un segundo de tiempo real: tiré los dados, vimos el máster y yo todos los "1" sobre la mesa, los dados nos miraron, la alarma de mi reloj empezó a sonar a lo bestia y yo lancé la mano sobre mi reloj, mirando al máster a la cara y con cara de "UPS". Nos partimos la caja de la risa, y aunque me detectaron, por haber enlazado la alarma con la pifia, el máster me dejó ganarles la iniciativa.

Como máster, la vez que casi aniquilé a un grupo con una trampa que no hacía nada. Puse una trampa que ponía algo, lo traducen y leen "uno pasará". Ahora viene el truco: no era "el primero", sino "pasad de uno en uno", PORQUE ERA UN PASILLO ESTRECHO. No soy malo: ellos tiraron para leer y sabían que habían sacado una tirada de mierda. Si otro hubiera tirado les hubiera permitido entender la buena. Pues no. De alguna manera interpretaron (ay, jugadores... hay que quererles) que "sólo el primero pasará y los demás sufrirán una muerte horrible". Ya sabéis cómo acaba esto: se pelearon por pasar el primero, y se mataron unos a otros...

Claro que, en ese sentido, el oso encadenado sigue siendo más crítico.

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