domingo, 24 de noviembre de 2013

El desafío de los treinta días a mi manera (8)

Retrospectivamente, hace unos días tocaba "el peenejota más memorable que ha conocido un pejota tuyo".

Para esto tengo que esforzarme... la verdad es que, mirando hacia atrás, en os años recientes no ha habido muchos peenejotas que recordar, y los que recuerdo, es porque están vinculados a alguna cagada o anécdota simpática de los pejotas...

Recuerdo, eso sí, un miembro del pueblo feérico en una partida de Ars Magica (el mismo que acabó llevándome a donde pillé muuuuuucho raw vis), era un achaval, hijo de nosequé noble gobernante del bosque, y disfruté muchas partidas simpáticas monojugador (yo) en lo que llegaba el resto de la mesa. También acabó muriendo mi personaje por "culpa" suya, pero que me quitaran lo bailao.

Y, como dirijo más que juego (y también me gusta más), casi que aprovecho para comentar los peenejotas más memorables para mí, como máster, que no es del desafío, pero que me mola. Fueron memorables por la partida y los jugadores que la formaban.

Alice. La hija de diez a doce años de uno de los personajes en Shadowrun. Ningún otro peenejota me ha dado tantas posibilidades de meter ganchos de aventuras ni tantos buenos ratos de interpretación. Y no al estilo hija de Jack Bauer, no, qué va, ganchos de los buenos.

Los medianos zarigüeyas. Dos medianos (supervivientes de cuatro) que acompañaron al grupo en HackMáster. Con ellos pude dar rienda suelta a mi afición por interpretar a pícaros bocazas, deslenguados e irrespetuosos, y al final el grupo se preocupaba más que bastante por su supervivencia.

El PUTO GATO. Un gatito de la mala suerte en Shadowrun, también. Los personajes lo encontraron en Alemania, uno se empeñó en adoptarlo y no tuve que usar sus poderes. Qué va. En una sola sesión salió todo, de todo y en todo, mal. Muchas risas. Unos querían matarlo, otros que no,... hubo tensión.

El ninja. En Shadowrun tuve que acabar recurriendo al truco barato de poner un malote supermegaimplantado. La cosa es que el ninja este (no era ninja, pero ellos le llamaban así) dio, sin haber encuentros directos, para varias sesiones. Fue uno de esos peenejotas que tienen una leyenda negra alimentada por los mismos jugadores. Cuando por fin se enfrentaron a él, se lo cargaron (claro), pero no con el grupo entero: les tenía tan acojonados que dos prefirieron quedarse fuera "a vigilar". Cuando le vaciaron un cargador en la cara, aún se le acercaron con miedo. Media hora de partida en acercarse al cuerpo me llevaron a saltar, exasperado, las palabras que se hicieron míticas: "¡¡SI!! ¡¡SI SI SI!! ¡¡ESTÁ MUERTO, MUERTO, MUERTO!! ¡¡ESTÁ TAN MUERTO QUE LE MIRAS A LOS OJOS Y VES EL SUELO!!".

Me las repitieron mucho.

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