lunes, 2 de diciembre de 2013

El desafío de los treinta días a mi manera: unplugged bonus track

Soy consciente de que debía una segunda parte de historias que siempre recordamos.

Los KOWT eran una auténtica sitcom del rol. Las cosas que les pasaban o hacían eran espeluztaculares. También es que a mí me gusta detectar un hueco para meter el gol y agrandar las situaciones que surjan, que es más divertido que un "venga, hale ji ji ja ja sigamos". Así que, a modo de sitcom, ahí van los episodios:

En el que los jugadores se olvidan de nadar
En esta los KOWT tenían que cruzar un río algo agitadito. Dos del grupo se ponen a ello para comprobar que no fuera peligroso. ¡Cuidado! Sabían perfectamente que el río no tenía ni un metro de hondo (unos 60 cm), PERO NO SE FIABAN DE MI.

Pues nada, previsiblemente, se van al agua en la misma orilla. Para mi sorpresa, en vez de levantarse, COMO NO SE FIABAN DE MI, empiezan a pedir tiradas de nadar, que fallan. Empezaban a ahogarse, a sólo una declaración de "me levanto" de salvarse.

En ese momento, otra sorpresa: el resto del grupo busca formas de salvar a sus compañeros. Pero, en lugar de estirar la mano, agarrarles, y tirar de ellos, trazan un plan A PRUEBA DE MI: se van a la línea de árboles, atan una cuerda a un árbol y empiezan a tirar flechas, con la intención de ensartar a los compañeros y tirar de ellos.

Tras un par de flechazos y flechas arrancadas a tirones de cuerda (dolor, hubo críticos), me harto y les digo SEÑORES, CON PONERSE PIE VALE.

En el que el jugador no sabe cómo se llama su personaje
En esto el grupo llega a la Pequeña Fortaleza de la Frontera. Allí, un funcionario, antes de permitir el paso, interroga a los viajeros. Cómo te llamas, quienes te acompañan, a qué vienes,... cosas así. Pues un jugador, animalico él, le tenía puesto un nombre a su personaje nuevo. Pongamos por ejemplo, Paco. Y antes de llegar, avisa a todo el mundo que ha cambiado el nombre y le ha puesto David. El Gnomo. Uno de los dos nombres no me lo he inventado.

Llegan al funcionario y empieza el interrogatorio. Uno tras otro, los jugadores dicen quiénes son y quiénes les acompañan. Cuando llega este figura, la cosa fue así:

- ¿Quién eres?
- Paco. ¡No, Gnomo! ¡Ay, no... ! ¡David, sí, sí, me llamo David!

Ea, todos a la sala de interrogatorios.

En el que el jugador no tiene claro el plan
Jugando a Frogrotten teníamos que infiltrarnos en una fiesta de la nobleza. Yo personalmente tracé un plan para infiltrarnos: yo (mediano bardo) haría de heraldo de la noble elfita del grupo, la "Duquesita Flordepitiminí", los dos guerreros harían de sus escoltas personales, que no debían abandonarla para custodiar su "flor" (nota: en realidad era una clériga de la diosa del zorrerío y los látigos... irónico...), y el mago haría de su mentor.

Todo muy fino, con nuestros nombres falsos y todo. Llego, hago de heraldo y tal, y llega ella. Los guardias y el chambelán, impresionados con mi presentación, hacen una reverencia:

- Alteza.
- Qué contenta estoy de que hayáis montado esta fiesta. Ji ji ji. Seguro que mi padre, el rey, barón, conde...  ehh... - se gira hacia mí - Oye ¿por quién nos estábamos haciendo pasar?

En el que el jugador se sabe los alcances
Clásica situación que se ha visto en todas las mesas: el grupo se está batiendo el cobre con DOS GOBLINS. El mago de batalla dice:

- Les lanzo una bola de fuego.
- Vas a pillar a esos -le respondo.
- Es la guerra.

Dos goblins.

- Pero también te pilla a tí.
- Déjame el manual.

Se repasa las iniciativas.

- ¿A qué distancia están?
- A 20 pies (por ejemplo).
- Por un -1 a iniciativa doy un paso atrás, me pongo a 21 pies y lanzo la bola de fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario